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¿Cuánto de tu lenguaje determina tu éxito o tu fracaso? ¿Lo pensaste?

¿Cuánto de tu lenguaje determina tu éxito o tu fracaso? ¿Lo pensaste?

¿Cómo te comunicas con los demás? ¿Cómo te hablas a ti mismo? ¿Tienes en cuenta esos detalles o te pasan sin pena ni gloria? Cuando sepas lo decisivo que es el lenguaje en tu vida, no podrás creerlo.

➕ Extra 31/03/2022
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Giannini
@Giannini

Por Adriana Giannini

El lenguaje es nuestra forma de expresarnos, y según como lo manejemos, nos comunicaremos de manera constructiva o destructiva.
Cómo es: Es un mapa de aquello que imaginamos, pensamos y sentimos. Cada persona desarrolla un mapa lingüístico único, que le es más o menos útil en su comunicación consigo mismo o en su interacción con los demás.

Tienes que saber que el lenguaje se convierte en uno de los principales filtros de tu realidad personal, pues a través suyo expresas identidad, valores, creencias, actitudes, reacciones y juicios sobre ti mismo y sobre aquello que vives o con quienes te relacionas.
Nuestra expresión no se mide
 por la cantidad de vocablos de los que dispongamos para “lucirnos” ante los demás. La medida del poder del lenguaje estará dada por la capacidad de influir sobre uno mismo o sobre los otros.
Los diferentes mapas del lenguaje incluyen una zona “geográfica” verbal y otra corporal y/o gestual. La persona que habla una lengua desde su nacimiento la domina hasta el punto de no reflexionar para hablar: lo hace automáticamente.

Uno es más consciente de lo que dice que de cómo lo dice

Y aquí llegamos al nudo de la cuestión. Es más importante cómo se dice algo, que lo que se dice. Sí, leíste bien. Y los grandes oradores lo saben.
Si yo me dirijo a ti, diciéndote que “estoy muy bien, que todo va a ser genial, que voy a salir triunfante de una situación...” Y mientras te lo digo, mi voz se va apagando, mi postura está encorvada, mis ojos, opacos y el tono de mi voz, monocorde, es probable que pienses: “Esta persona miente” o “¿Cómo va lograr lo que dice, con semejante ánimo?”
Es mucho más importante lo que se dice con el cuerpo, con la postura, la sonrisa o el disgusto, los matices de la voz, los ademanes, con la alegría o con la tristeza que denotan las palabras, que el texto que se pronuncia.

Lengua: ¿forma o contenido?

En la comunicación, lo verbal representa un mínimo porcentaje frente al poder de lo corporal y lo emocional (tonos de voz, pausas, silencio, verborragia). Por eso, muchas veces salimos confusos de una entrevista, sin saber por qué no fuimos citados para una segunda oportunidad. Nuestra conducta nos parec apropiada pero, tal vez, no nos detenemos en cómo fue nuestro lenguaje.
Es útil recordar: ¿Cómo nos sentamos? ¿Miramos a los ojos a nuestro interlocutor? ¿Hablamos convencidos de nuestras capacidades o miramos hacia abajo, denotando vergüenza e inseguridad?
Nosotros no lo tenemos presente pero nuestro entrevistador, sí. Y a la hora de decidir, se basará preferentemente en nuestra manera de saludar, de caminar, de sonreír, de hablar, de escuchar o de despedirnos. Incluso la forma en que das la mano es un signo del lenguaje revelador y decisivo.

Un ejemplo simple: Un mismo chiste contado por dos personas puede ser muy cómico o resultar un fracaso. ¿Qué es lo que prevalece? ¿El contenido?: No, porque el texto del chiste es el mismo en ambos casos. Pero uno lo cuenta con gracia, poniendo sus recursos personales, y el otro lo recita de manera monótona y hasta se olvida del texto. No vemos la hora de que termine, mientras que en el primer caso lo disfrutamos. Pero más que del chiste en sí, disfrutamos del relato y de la persona que lo cuenta.


¡Atención al lenguaje que nunca es inocente!

La próxima vez que tengamos una cita de trabajo, de negocios o afectiva, recordemos que nuestro lenguaje corporal y gestual dice mucho más que nuestras palabras. Y si somos conscientes, no necesitaremos hablar demasiado para lograr nuestros objetivos.

Nuestro lenguaje define nuestro éxito o nuestro fracaso
El lenguaje corporal representa mucho más que el verbal 

 

Esos gestos, movimientos, timbres de voz y matices, conforman la actitud que destruye o genera relaciones, que las hace perdurar o que provoca que se alejen para siempre, que logra lo que desea o fracasa una y otra vez...
La buena presencia que se pide en los anuncios de trabajo es todo eso, y no solo, la imagen que da una vestimenta oportuna. Aunque a veces el buen traje puede ayudar en un principio, nunca compensa la falta de una actitud dispuesta a conquistarlo todo.

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