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Cómo ponerle freno al abuso verbal

Cómo ponerle freno al abuso verbal

Si te paralizas ante un grito, una ofensa o una humillación y eres capaz de resistir estoicamente la embestida, te damos las claves para plantar cara al maltratador.

➕ Extra 27/03/2022
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Giannini
@Giannini

Por Adriana Giannini

Gritos, palabras crueles y cortantes, injurias, ofensas… ¿Alguna vez fuiste protagonista de estas situaciones? Nadie se merece ser maltratado de ninguna forma, ni siquiera verbalmente. Aunque muchas veces no se le da la importancia debida, el abuso verbal abunda desde la familia a la escuela, el trabajo o la calle, y puede dejar heridas más dolorosas que un castigo físico.

Agresión verbal: se define como violencia psicológica, moral y emocional. Es sabido que el abuso a través de la palabra conforma de manera negativa la situación emocional del atacado. Se trata de violencia y como tal, acarrea deterioro psicológico.

Quien la sufre se embarca en una escalada de desconfianza en sí mismo, inestabilidad emocional, sentimientos de vergüenza y humillación, se siente culpable aunque no lo sea, indefenso, inepto, inferior… Si se repite en el tiempo y con distintas personas, la autoestima se va deteriorando y hasta es posible caer en una depresión. Pero el panorama es alentador: tienes que estar alerta para detectar las primeras señales de abuso y frenarlo, de entrada, para que no se vuelva a repetir.

Cómo ponerle freno al abuso verbal
El abuso resiente la autoestima en los niños

 

Señales de alerta

  • Quien es maltratado recurrentemente por su pareja, sus padres o su jefe puede llegar a pensar que él es el problema, el inadecuado, el que no encaja.

  • El maltrato puede ser claro a través de gritos o ataques de ira, o solapado por medio de comentarios críticos disimulados que calan hondo en quien los recibe.

  • Es más fácil tomar conciencia ante un reproche o una dura crítica hecha de frente porque no quedan dudas de que hay un abuso, pero cuando la agresión viene oculta, la “víctima” es controlada sin llegar a darse cuenta.

  • Quienes reciben abuso verbal llegan a cambiar su conducta para generar aprobación pero no la encuentran. La situación no cambia porque no son ellos los responsables.

  • La agresión aparece de repente sin que podamos prevenirnos. Quien recibe el grito, el insulto o el desprecio está desprotegido ante la agresión por lo impredecible. Por eso se paraliza y no reacciona. O responde, airado, pero no puede mantener su control emocional.

  • Cuando el abuso verbal es un estilo de relación en una pareja o en una familia, se puede pasar fácilmente de la agresión verbal a la física ya que hay un delgado límite

¿Y por qué no nos defendemos?

Muchas veces, especialmente si se trata de gente del entorno familiar la que abusa verbalmente de nosotros, no reaccionamos. Parecería que no ejercemos frente al agresor, ninguna defensa.

Nuestros mecanismos de defensa sí se disparan pero en otro sentido: nos preservan de la angustia que ocasiona recibir maltrato verbal reiterado quizá de un familiar muy cercano (padre, madre, esposa, marido), lo cual no es fácil de digerir. Entonces, negamos ante nosotros mismos y ante otros, el maltrato; justificamos a quien nos agrede porque tuvo un mal día, asumimos que le hemos dicho algo que lo ha puesto fuera de sí sin reconocer la responsabilidad que le cabe al maltratador. Y creemos que todo mejorará si nos callamos, cosa que nunca sucede porque no somos los causantes de la violencia. 

Con el trabajo pasa algo parecido: creemos que al defendernos, nos quedaremos en el paro y eso suma aún, más angustia.

Mantén a raya las emociones

1. No te sientas culpable del abuso. No lo has provocado. Tal vez hayas topado con un jefe que trata con desprecio a mucha gente y esta vez, te ha “elegido” a ti para desahogar su ira. Sentirse responsable del maltrato es lo último que deberías hacer. Si hay un error, no es el insulto la manera de repararlo. Y si tu trabajo está bien hecho, es más injusto aún.

2. Mantén la estabilidad emocional. Arranques de ira, sarcasmos, indiferencia…Todas conductas que, reiteradas, desequilibran a cualquiera. Quien abusa verbalmente, es negador: tratará de decirte que estás demasiado sensible, que exageras y que, de nada, haces una montaña. Si el grado de maltrato es muy intenso, hasta te hará dudar de tu salud mental pero debes saber que es normal reaccionar a los insultos, más allá de que seas o no muy sensible.

3. ¿Conviene reaccionar o callar?

Muchas personas se someten pero otras contestan los insultos airadamente con más gritos. ¿Quién dice que hay que responder siempre a las agresiones? Podemos ser más eficaces si no “recogemos el guante”. El maltratador, justamente busca que nos enredemos en su agresividad y, aunque aparentemente, ganemos la contienda, porque gritamos más fuerte, la hemos perdido porque nos saca de eje y nos enrolla en su maltrato.

4. No está de más aclarar que, no siempre el que abusa verbalmente de los demás es un hombre, como a veces, se cree. Hay muchas mujeres con una lengua mordaz (madres, esposas o jefas) que pueden “demoler” a quien se le ponga a tiro.

 

 

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