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Museos de la Tortura: evidencia histórica de violaciones a los DD.HH.

Museos de la Tortura: evidencia histórica de violaciones a los DD.HH.

Los museos han sido concebidos como medios para resaltar el ingenio humano y sus epopeyas. Son pruebas de los avances que nos enorgullecen y enriquecen nuestro conocimiento. Sin embargo, los Museos de la Tortura muestran la mente retorcida de las clases dominantes históricas, en su afán de poder.

➕ Extra 17/10/2022
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@luigsto

La tortura en la historia

No debemos confundir los Museos de la Tortura con el Museo del Horror; este último recrea situaciones, ambientes y personajes —ficticios o verdaderos— que son sensibles al imaginario colectivo, tales como los seres de ultratumba, asesinos seriales o determinadas escenas espeluznantes.

Los Museos de la Tortura, en cambio, contienen una exposición de instrumentos reales, utilizados para reducir a su mínima expresión la voluntad humana. La mayoría de estos artefactos han sido clasificados, para su exhibición, como herramientas de castigo ejemplarizante y de humillación en público, aparatos de tortura física, artefactos de ejecución mortal, e instrumentos específicos contra la mujer. Su uso se extendió cruelmente desde los siglos XV al XIX.

Debemos decir que, detrás de estos artefactos diabólicos, estaban las mentes de la realeza, de las huestes militares y hasta de prelados de iglesias, de cualquier credo religioso.

En fin de cuentas, y sin importar quién es el ejecutor de esta barbarie, el móvil de tales crímenes contra la humanidad es el mismo: la dominación y el sometimiento del ser humano a las leyes impuestas y la eliminación de cualquier atisbo de rebeldía hacia el poder constituido.

Aunque nuestra era no está exenta de torturas y persecuciones contra quienes piensen diferente, la época más implacable se remonta a la Edad Media. Casi todos los artilugios presentes en los Museos de la Tortura pertenecen a ese período.

En tal época, bastaba que alguien se expresara mal del rey o de su familia, o que colocara en duda algún dogma de la iglesia, para ser reo de punición. Según la gravedad de la falta, el desafortunado podía terminar en manos (y herramientas) del verdugo; este utilizaba desde el látigo hasta los peores equipos de tortura para infligir suplicios inimaginables.

Museos de la Tortura en Europa

En varias poblaciones de Europa es común encontrar un museo de la tortura. Los más significativos son:

  • Museo de la Tortura en Santillana del Mar, España. Posee tres plantas dedicadas a la muestra de diferentes instrumentos de castigo; con ellos, según se señala, la Santa Inquisición pretendía someter a los acusados de herejía y brujería, o eliminar a los enemigos de la Iglesia.
  • Museo de Antiguos Instrumentos de Tortura de Toledo, España. Se muestran los artefactos empleados por los tribunales inquisitoriales, civiles y eclesiásticos de España y de otros países.
  • Museo de la Tortura en San Gimignano, Italia. Aquí, no solamente se exponen los instrumentos de tortura, sino que se busca la concientización del visitante sobre la importancia de erradicar la violencia pública y privada.
  • Museo de la Tortura en Brujas, Bélgica. En esta ciudad se encuentra una de las mazmorras más antiguas y tenebrosas de Europa; allí, ahora funciona otro de los tantos Museos de la Tortura y violencia, los cuales evidencian los martirios que ha sufrido la humanidad a manos de opresores con mente retorcida.

Museos de la Tortura en América

  • Museo de la Tortura y la Pena de Muerte, México. Este museo de la tortura se encuentra en pleno Centro Histórico de la ciudad capital. Allí, se exponen instrumentos típicos utilizados por el poder de los Reyes Católicos en los territorios conquistados.

¿Por qué un Museo de la Tortura?

Hoy día, no son necesarios los artilugios que se exhiben en los Museos de la Tortura para dominar o eliminar al sospechoso de rebeldía; es suficiente la rodilla de un moderno policía, colocada sobre la nuca de un sometido ciudadano común, para perseguir los mismos objetivos de los antiguos opresores, y con idéntica saña.

Los Derechos Humanos nunca han estado a salvo y su defensa debe ser permanente; por eso se conservan en los Museos de la Tortura estas evidencias, para recordar que nuestra historia, también, tiene sus lados perversos. Conociéndola, se podría evitar la recaída en los oscuros abismos de la inconsciencia histórica, donde nos esperan nuestros más aterradores demonios.

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