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El Profeta Provoleta.

El Profeta Provoleta.

Breve diálogo entre un maestro ascendido y su discípulo acerca de las vicisitudes del amor.

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@Jalfin

El Profeta Provoleta.

 

 

Cierta tarde de otoño, El Profeta Provoleta –también llamado El Maestro Mayor de Obras Cumbres- se hallaba, obviamente, en la cumbre de un cerro: el Mahorí, situado en las inmediaciones del Monte Afruj Lir, más conocido como  “Monte de las especias”. Se encontraba el Profeta meditando, cerrados sus ojos, su rostro apuntando al cielo, (aun a riesgo de ser blanco de alguna paloma con diarrea) , por momentos en posición de loto, por momentos en posición de quini 6, para evitar acalambrarse. Hasta allí ascendió uno de sus discípulos: Jofrué -tambien llamado “el incontinente” - con la intención de hacerle al Maestro una consulta y esta fué la interesante conversación que mantuvieron:

 

- ¡Maestro!...

- ¿Quien vive?

- Soy yo... Jofrué!

- ¿Que Jofrué?

- Jofrué, Maestro… su discípulo favorito!

- ¿Porque osas interrumpir mi sagrado momento de meditación, Jofrué? –ofuscóse el Profeta.

- Es que me asalta una duda, Maestro. Estoy muy preocupado...

- ¿Y con eso que? A mi ya me asaltaron tres veces en lo que va del año y aquí me ves: en el punto más elevado de este bendito paisaje... eliminando vanos pensamientos de rencor hacia los que me dañaron! ...

- Desconsiderado soy, Maestro, lo sé... pero es que necesito respuestas. Mi mente es una confusión toda!

- No te puedo atender, ahora. Vuelve más tarde, cuando el ocaso reine...

- Es que no puede esperar. Mi tiempo se agota…

- Y a mí me agota perder el tiempo con un infeliz, hijo mío. Regresa a tu morada, únete a los tuyos, bebe abundante buen vino y cuando la luz del sol agonice, regresarás por el mismo camino que hasta aquí te condujo, para entonces estaré listo y podré escucharte...

- Pero es que a esa hora ya no se ve un elefante, Maestro! Y encima chupau, ¡imagínese!

- Deja que tu espíritu te guíe!

- Débil es mi espíritu, Maestro! Tú que con tu sabiduría pretendes engrandecerme y yo, pusilánime criatura, incapaz de corresponderte con buenos actos.

- ¿Acaso has pecado?

- ¡Es lo que necesito saber, Maestro!

- Cuéntame!

- No, pensándolo bien quizás usted tenga razón, mejor regreso mas tarde –responde Jofrué volviendo sobre sus pasos.

-  Jofruéee....detente!

- ....

- Ya has interrumpido mi ritual... ahora cuéntame que es lo que te atormenta, debe ser algo muy grave como para que hayas dudado en hablar!

- Maestro...

- Te escucho…

- ¿Recuerda usted a Eliana?

- Eliana, si, la mujer del convento. ¿Qué hay con ella?

- Pues...que estábamos charlando a orillas del lago ayer por la tarde mientras ella lavaba sus ropas y mi instinto traicionero.... me impulsó a robarle un beso, Maestro! Jamás me había ocurrido algo así con una mujer!

- Entiendo...

- Antes me pasaba solamente con los hombres…

- Ahora no entiendo...

- Claro, para mi era normal con los hombres pero...¡con una mujer! Jamás lo hubiese siquiera imaginado!

- Estás en un serio problema, muchacho!

- Eso parece, no?

- Si, al parecer sufres una especie de disfunción que no te permite discriminar el objeto hacia el cual tu deseo va dirigido, ¿entiendes?

- No...

-  Yo tampoco, pero que bien suena, ¿no? No importa, ahora escúchame con atención. En este monte crece un árbol muy hermoso, seguramente lo has visto cada vez que ibas a recoger la leña. Es muy alto, el más alto de su especie. Lo reconocerás porque sus ramas son las más gruesas y en su tronco anidan hongos de diferentes tipos, muchos de ellos alucinógenos que son los que yo utilizo para acercarme al Todopoderoso.

-  Falopero el viejo….

- ¿Decías?

- No, nada, Maestro, solo pensaba en cuanto lo quiero...

- Bien...hay una especie de hongo de color azulado que crece en el tronco de ese árbol. Recoge uno, llévalo a tu casa y ponlo a hervir diez minutos. Luego lo sirves en una fuente, le agregas aceite, sal y un chorrito de limón. Verás que delicioso!

- Bien y eso...¿ que efecto me producirá? ¿Me ayudará a resolver mi problema?

- ¿Qué problema?

- ¡El mío, Maestro! Lo que le conté de mi experiencia con Eliana!

- Oh, Eliana, si! Buenas tetas, ¿no? Cuéntame con mas detalles, hijo!

- Es necesario, Maestro?

- Claro que es necesario! ¿Como pretendes que te ayude si no me cuentas?

- ¡Pensé que lo del hongo era algo que usted me sugería para ayudarme a orientar mis deseos!

- No, hijo, que va! Lo del hongo es una receta afrodisíaca que te he dado para que se la hagas probar a Eliana. Ya verás –se entusiasma El Profeta- ¡no falla! ¡Te pedirá que la humilles en la cama! ¡Ese hongo hace maravillas, realmente! ¡Transforma a las mujeres más vergonzosas en voraces ninfómanas!

- Maestro, creo que estoy aún más confundido que al principio...

- Es normal pero recuerda que de la confusión surge la sabiduría asi como de la oscuridad surge la luz...

- Entonces, ¿que debo hacer, Maestro?

- Disfruta, deja que el deseo fluya. No lo reprimas. Haz el bien sin mirar a quien.

- ¿Asi sea hombre o mujer?

- Toma el ejemplo de Marcos “el guerrero”!

- ¿Qué es lo que él hacía, Maestro?

- ¡Le daba lo mismo cualquier agujero!

 

Y dicho esto, el Profeta volvió a cerrar sus ojos, apuntó su rostro al cielo y no volvió a pronunciar palabra. Afortunadamente…

Jofrué regresó con los suyos, no sin antes detenerse a mitad de camino a recoger unos honguitos.

 

 

 

FIN

 

Conversación

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