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Crítica y reflexión sobre 9 cosas que la gente (tal vez) haría si no existiesen Dios ni leyes

Crítica y reflexión sobre 9 cosas que la gente (tal vez) haría si no existiesen Dios ni leyes

El presente artículo es una crítica social con objeto de inducir a la reflexión, en el sentido de vislumbrar cómo sería una realidad paralela en la cual, no existiesen Dios ni las leyes; para entonces, esbozar si la gente seguiría haciendo el bien, o todo lo contrario. Misma reflexión te invita a ti

📣 Opinión 13/11/2023
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9 cosas que la gente (tal vez) haría si no existiesen Dios ni las leyes.

Escrito por: Jesús Rodríguez

 

Desde  que  adquirimos  el uso de la memoria, vamos creciendo en un mundo donde cumplir con los parámetros impuestos,  ajustarse al código penal y encajar tanto con los patrones de conducta como estereotipos,  es casi una religión propia. Vivimos en una sociedad donde quien cumpla la legislación establecida,  se le considerará “el ciudadano ejemplar”;  en cambio aquellos cuyas acciones infrinjan la normativa serán señalados. Es así como a lo largo del tiempo, las leyes, autoridades y organizaciones se han montado en la ardua tarea de asegurar la armonía entre personas;  pero como si esto no bastara,  agrego un factor adicional que actúa como guía para hacer el bien. Se trata de algo tan antiguo y sencillo como la Biblia, en el cual, presuntamente, su contenido fue inspirado por Dios.

 

                                                                                            Imágenes de usos gratuitos

                                                                                            bajo la licencia de Pixabay

 

Todo ello se deduce en una cosa: nosotros los seres humanos somos tan malos, pero tan perversos, que necesitamos estar sometidos bajo preceptos, bases éticas, fundamentos filosóficos e incluso argumentos religiosos para que podamos ser controlados. La vida es similar a un río, donde el curso de la corriente no es el agua sino sus pueblos; y aquella ovejita que marche en dirección opuesta a ese flujo social, será perseguido. Un homosexual, cleptómano, satánico, caníbal, explotador, necrófilo, pedófilo o alguien pulcro, posiblemente sabrá a lo que me refiero. ¿Verdad que no es fácil? ¿Verdad que se hace cuesta arriba confesar íntimos secretos? Tal vez, muchos nunca lo hagan, y sigan viviendo una doble vida. ¿Doble vida? Sí, doble vida, esa dualidad entre lo externo e interno de sí mismo (a). Por una parte, lo que alguien demuestra; y por ende, percibirán los demás. Mientras que por otra parte, sus propios pensamientos; pues es en la mente donde alcanzamos la libertad a plenitud. La mente es el lugar donde somos nosotros mismos sin ser juzgados.

 

Es común que las madres aconsejen  al  hijo  a  que  acaten  instrucciones  del colegio para evitar ser reprendido, es habitual que un propietario de vehículo cumpla indicación para librar  multa o que el vendedor de estupefacientes esconda su mercancía para evadir un arresto; y ello se resume en lo siguiente: no nos gusta ser castigados ni tampoco asumir las consecuencias de nuestros actos. Mismas cuestiones me inspiraron a plantearme algo, lo cual es, ¿si no hubiese leyes, y el nombre de Jehová ni siquiera existiera, la gente seguiría haciendo el bien? ¡Hora de refrescar la mente! En un entorno salvaje, leones, tigres y leopardos están exentos de un juez; y menos de una deidad que castigue sus impurezas, ¿verdad? El ser humano es muchas veces más animal que los propios burros; y no, no lo menciono refiriéndome al presidente cuya identidad me reservo, pero que en una ocasión, dijo que Cristo multiplicó los penes. ¡Qué vergüenza! Al contrario, lo digo en el sentido estricto de la palabra «salvaje».

 

El conocimiento es poder, el poder conlleva una gran responsabilidad, así que la crítica y reflexión del presente artículo bofeteará a la burbuja en la que, inmersos estamos; para entonces, desnudar las posibles cuestiones que la humanidad haría si Dios ni los reglamentos existieran. Agárrate fuerte de tu asiento porque a continuación, esbozaré las 10 cosas que la gente (tal vez) haría si no existiesen Dios ni las leyes. Advierto que esto no constituye una promoción de odio, anarquía, ilegalidad, desorden, tergiversación, maldad, delito… nada de eso ni lo otro. Misma crítica busca inducir a la introversión, a que cada uno de nosotros, cerremos nuestros párpados e imaginemos cómo actuaríamos sin estar sujetos a basamentos jurídicos, filosóficos, ideológicos, políticos ni religiosos; no como punto de partida a que anhelemos vivir así, sino como un mundo paralelo cuya existencia radique en la imaginación.

 

Primera cuestión crítica: la fornicación.

 

«Amor es amor», frase típica en el orgullo de la diversidad sexual, también empleada por el movimiento LGBT. La sexualidad es un tema complejo, sobre él recaen variadas posturas como la perspectiva biológica, social, cultural y religiosa. «¿Hombre más hombre? Claro que sí, amor es amor» dirá alguien bajo enfoque social-liberal. «¿Mujer más mujer? Ello es inconcebible, ya que la reproducción, así no funciona» diría una persona sustentada en la biología. «¿Engañar a Evaristo con mi cuñado? ¡Santa purísima!, que el (er) Diablo te reprenda, fuera Satanás» Espantada dice una cristiana.

 

Como se habrán dado cuenta, las perspectivas sobre la sexualidad varían; no obstante, este tema al ser aplicado dentro del campo religioso, es muchísimo más discreto y limitado. Es posible que hayan homosexuales reprimidos a causa del temor a Dios y las posibles represalias «divinas» en el cual, prefieren jamás quemarse en el valle de fuego; sin importar que para ello, tengan que vivir ardiendo en su interior al reprimir sus deseos carnales. Sin los 10 mandamientos, copular sería un libre festín.

 

Segunda cuestión crítica: lo ilícito.

 

«Compramos aires malos, compramos baterías malas, compramos colchones malos»… lo curioso es que estos trabajadores denominados por la jerga popular como «chatarreros», pese a que su labor consiste en comprar objetos viejos, dañados e indeseados, no se atrevan a comprar suegras… al final de cuentas, las suegras también son malas, viejas, deterioradas e indeseadas. Son tan malas que ni los «chatarreros» se meten en semejante lío porque ellas son como el paludismo, mientras más lejos de nosotros, mejor.

 

Lo anterior, aparte de ser broma, posee una connotación significativa. Quien trabaje honradamente, promociona sin ningún temor su producto o servicio. Suele decirse que la libertad termina cuando empieza a perjudicar a terceros; por tanto, lo que ha de venderse u ofrecerse, debe respetar la línea divisora entre el bien y el mal. Otros sugieren que la plata está en la calle, solo hay que aprender a buscarla. Las opiniones pueden variar de una persona a otra, siendo un factor influyente, su nivel de cultura en la sociedad. Al final del día, sin regulaciones, proliferarían las labores impúdicas; pues el fin es lucrar, y mientras no haya rabo de paja, se hará y desechará a las anchas… tan clarito como el agua.

 

Tercera cuestión crítica: Hurto.

 

Evaristo acaba de entrar a una tienda, los objetos se le metieron hasta por las narices, allí parado con la boca abierta hasta una baba dejar caer, añora comprar ese producto que siempre le ha quitado el sueño. Lento, introduce su mano en el bolsillo. Con su brillar en los ojos, saca la tarjeta con la cual pagará. «Saldo insuficiente» dice la vendedora. Luego de dar un suspiro, saca la billetera; después de tanto contar, cae en cuenta que la cantidad, ni siquiera alcanza para pagarle la risa de la empleada. Avergonzado, sale del lugar, en su costado pasa el vecino. ¡Uf! Precisamente al que odia, y este otro sonriéndole hipócritamente le restriega en su cara aquello que él sí pudo adquirir. Apenado, frustrado y enojado, se plantea a sí mismo cómo sería la vida sin cámaras de seguridad, vigilantes ni sanciones disciplinarias.Si ese sueño de Evaristo se concretizara en la realidad, habría saqueos hasta más no poder, la movilidad económica decaería, la inseguridad aumentaría, muchos comerciantes cerrarían, la producción abastecedora disminuiría y la gente más hambre sufriría.

 

Cuarta cuestión crítica: expropiación.

 

«¡Qué hermoso es el Palacio presidencial!, ¡qué bonito está ese hotel cinco estrellas!, ¡qué casa se gasta mi archienemigo! Si al menos pudiese expropiarla sin ser castigado, ¡total! Él solito se lo buscaría por sangrón». Eso piensa Evaristo.Sin jueces imponiendo el orden, la vida sería muy insegura. La incertidumbre de que alguien en cualquier momento arrebate lo que con tanto esfuerzo alguien construyó, impediría juntar los ojos en la noche.

 

Quinta cuestión crítica: violencia y más violencia.

 

¿Recuerdan el famoso programa humorístico donde un señor golpea a un niño, y una mujer gruñona frecuentemente bofetea al vecino de la vecindad? Nos encariñamos tanto con ese mártir que alguna vez deseamos una venganza; pero siendo sinceros, si se fuese mostrado eso, posiblemente fuese objeto de censura y polémica sin importar el formato televisivo. Como él, existen hombres que no bastando recibir pelas en la vida, llevan palos de sus señoras esposas. Allí los tienen chupaos, salaos, limpios, cansaos, ojerosos, feos y ahora golpeados.Sin ley ni Santas Escrituras, muy probablemente muchos hombres (no todos) harían de las suyas porque sabrían que nada ni nadie se los prohibiría.

 

Sexta cuestión crítica: explotación.

 

¡Pilas con esto! Lo siguiente es una verdad, triste pero cierta. La explotación se multiplicaría, y no solo la relacionada al empleo; sino también sexual y demás. Pongamos este ejemplo: antes si un español azotaba a una persona de color negro, nadie le decía nada; en cambio, si lo hace ahora, ¡ay papá! Allí sí sabrá lo que es bueno. El peso de la justicia no demoraría en caerle encima. Algunos han intentado introducir a la convencionalidad, aceptabilidad y normalidad el MOP (Movimiento del Orgullo Pedófilo), argumentando que si las relaciones son consensuadas, todo bien. Además, según ellos, lo suyo es una orientación más; la cual ha de ser respetada, reconocida y aceptada.Es tan sencillo como esto, si el mundo llegase a convertir en una absoluta anarquía, viviríamos mucho peor que Sodoma y Gomorra. Imagínense, comunidades de negros siendo perseguidos a menudo por racistas, niñas escondidas hasta debajo de las piedras. Hasta los animales se verían involucrados, con eso de la zoofilia pues…

 

Séptima cuestión crítica: canibalismo y demás trastornos.

 

No muchos casos llegan a sonar tanto como el de Armin Meiwes, un sujeto que colgó un mensaje en internet expresando desear comerse a alguien, y lo logró. Consiguió degustar a un voluntario que cedió al macabro acto. Otro hecho perturbador fue el de Carl Tanzler, el necrófilo cuya obsesión hacia María Elena fue tan grande que decidió exhumarla; preservándola de mil y un maneras como no tienes ni idea, implantándole ojos de cristal en sus cuencas, reemplazando la carne putrefacta con tela de cera y yeso blanco, metiendo trapos en las cavidades abdominales y empleando muchos litros de perfumes para ocultar el hedor. ¿Y qué crees? Sostuvo relaciones sexuales con el cadáver, transcurrieron amaneceres y anocheceres a su lado, incluso con ella bailando. ¿Te parecen asquerosas las breves descripciones de los casos reales que acabas de leer? Pues sea bienvenido (a) al mundo real donde el tirano triunfa y el cándido fracasa, donde la gente lleva dos caras, donde el poder corrompe hasta el más humilde.

 

Sin tribunales, códigos sociales, preceptos cristianos… es posible que actos como esos y otros, serían un poco más recurrentes. Un perro muerde al sentirse amenazado e invadido, el león ataca para saciar su voraz apetito; los animales en sí, actúan en función del instinto. En cambio, el ser humano es la única especie que lastima por simple placer, ofende para aumentar su egocentrismo, humilla para captar atención, tergiversa para rebajar al prójimo… en pocas palabras, destruye para divertirse. Como expresé en las líneas iniciales: nosotros los seres humanos somos tan malos, pero tan perversos, que necesitamos estar sometidos bajo preceptos, bases éticas, fundamentos filosóficos e incluso argumentos religiosos para que podamos ser controlados.

 

Octava cuestión crítica: asesinatos.

 

Acércate, sí, usted quien está leyendo, acérquese… no, acérquese más. No haga mucho ruido, concéntrese en la pregunta que con todo el respeto le haré. Sea sincero (a) consigo mismo (a) en este preciso instante. ¿Alguna vez deseó, ya sea por impulso de rabia, frustración, impotencia o lo que sea, la muerte de alguien muy malo? Desear la muerte de un personaje ficticio no cuenta. La verdad, muchísimas personas que han demostrado ser amables, alguna vez a causa de arrebato, impotencia, frustración y/o enojo, maldijeron o hasta anhelaron la partida de un ser despreciable debido a su grado de maldad; e inclusive en algunos casos, querer ser el propio verdugo.

 

Desgraciadamente, años tras años, tragedias recaen sobre inocentes, desde padres que pierden a su hijo en manos del hampa, hasta chicas siendo violadas. Cuando el culpable jamás es sentenciado ni hallado, el odio e indignación se maximizan al grado de extraer lo peor de un ser humano. La Ley del Talión consiste en aplicar castigo al malhechor, de la misma forma al acto que este hiso en su momento. «Ojo por ojo, diente por diente». Sin disciplina, el mundo sería un valle de lágrimas. Bueno, ya lo es, pero empeoraría aún más.

 

Novena cuestión crítica: lucha de poderes.

 

El chico brabucón del salón intimida al más tímido para ganar popularidad, el esposo grita a la cónyuge para amedrentarla y sentirse el mero macho alfa que lleva las riendas del hogar, el jefe explotador les grita a sus empleados para conseguir reputación de respeto, los antiguos reyes hacían sentir sus máximas y supremas facultades en pos de marcar su poderío; y los actuales dictadores inventan excusas muy rebuscadas, pretextos sin fundamentos, elaboran parapetos, lanzan la guardia, las tanquetas a la calle como amedrentamiento a los protestantes y manipulan votos electorales bajo la premisa de quitar ciertos beneficios a los trabajadores del sector público. Todos ellos, con diferentes edades, posicionamientos y envergaduras, poseen algo en común: sed de poder.

 

A propósito de poder, he de abrir un breve paréntesis con objeto de acotar algo respecto a la analogía que presentan los políticos corruptos y los malhechores. La diferencia entre los primeros y los segundos, son que los malandros van sin franela, mientras que los dictadores portan corbata. Los amigos de lo ajeno huelen a chivo viejo y el otro emana esencia de jazmín; uno come en los basureros, el otro encerrado en su palacio o en un restaurant privado escoltado de un séquito brutal, pues sabe que su pueblo lo lincha apenas de verlo solo. Uno se relaciona con pandilleros, el otro con militares, cancilleres y presidentes de consejos electorales para atrincherarse aún más en el mandato. O sea, ambos bandos representan lo mismo: lacras de la sociedad, solo que el primero grita ¡Viva..! y el otro más bien calla cuando realiza sus fechorías en la penumbra.

 

Todo se resume en pisotear, en amenazar, muchos quieren dominar. Los niños detestan recibir órdenes al estudiar, los adolescentes disienten las restricciones en cuanto a hora de llegada en las noches, padres de familia odian los correctivos aplicados a sus hijos, los empleados disgustan de su horario, los pueblos hartan de sus presidentes, los presidentes maldicen la democracia, la crítica y objetividad; consumados científicos rabiarían aceptar a un ser supremo como Dios; y Dios se molestaría si un hijo (a) suyo pensara que hubiese una deidad superior a él. Deducción en tres, dos, uno, ahora: nadie gusta de ser aplastado, ni tampoco estar en un escalón inferior al otro.Si reinara la anarquía, es muy probable que se comenzarían incesantes batallas en lucha del poder, dominio y mandato.

 

Imagen de Engin Akyurt en Pixabay (contenido de uso gratuito)

 

De uso gratuito bajo la licencia de Pixabay/ El artista digital

 

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Concluyo, la posibilidad de una armonización totalizadora del mundo está extremadamente lejos de volverse realidad. Cada día las personas se corrompen más, caminan entre nosotros manzanas podridas fingiendo benevolencia, andan lobos disfrazados de corderitos. Créeme, nunca terminarás de conocer a una persona por completo, y tal vez a esa de la que has estrechado tu mano, guarde un oscuro secreto o esconda una sucia intención. Mi reflexión es que no todas las personas son malas… no toda la gente es buena. El mundo no se divisa en buenos y malos, todos poseemos bondad y maldad en nuestros corazones, lo importante es qué lado optamos en potenciar y transmitir.

 

Aunque la vida actual ni siquiera roza a la perfección, es mejor estar sujetos a un sistema más o menos estable, ordenado y justo, que incrustarnos a una realidad selvática sin garantías sociales ni deberes. Siempre el conocimiento y la disciplina serán elementos insoslayables del buen vivir, nos guste o no, pues es como Simón Bolívar dijo una vez: «un pueblo ignorante, es un instrumento ciego de su propia destrucción». Pese a que nos encontramos inmersos en un vivero de idiotas, burbuja de hipocresías e infierno terrenal, lo mejor es marcar la diferencia a donde sea que vayamos.

 

Pexels/ Sora Shimasaki (Uso gratuito)

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Independientemente, creas o no en Dios, aceptes o no la legislación (y mira que hay muchísimas leyes malas pero vigentes), haz lo siguiente: haz el bien sin mirar a quien; y por último, no hagas lo que a ti, te molestara si te lo hicieran.

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